CARTA ABIERTA A ARGELIA

El quid pro quo de 1979 entre México y Argelia fue un acierto. El reconocimiento del proyecto RASD a cambio del apoyo argelino en la OPEP rindió grandes frutos.

 La Voz del Árabe cumpliendo su compromiso de informar entrega esta “carta abierta” del Dr. Andrés Ordoñez. investigador en la UNAM, haciendo alusión del artículo publicado en el diario mexicano El Universal, del que se entrega la liga, dirigido en forma de “replica” a diplomáticos de la emabajad de Argelia en México.

 

CARTA ABIERTA

 Dr. Andrés Ordoñez*

 El día de hoy llegó a mi conocimiento la reacción de los señores Djamel-Eddine Grine y Mujtar Leboihi Emboiric, embajador de Argelia y representante del Frente Polisario en México, respectivamente, a mi artículo «España y El Sahara. La reconfiguración de las alianzas estratégicas en Europa«, publicado el día 8 de abril por el diario El Universal (https://www.eluniversal.com.mx/opinion/andres-ordonez/espana-y-el-sahara-la-reconfiguracion-de-las-alianzas-estrategicas-en-europa). Agradezco a ambos su lectura y les expreso mi respeto a sus opiniones, al tiempo de manifestarles mi desacuerdo con los juicios que tienen a bien emitir sobre mis dichos y mi persona.

Estima usted, señor Grine, que la estancia del suscrito como embajador de México en Marruecos “terminó por empañar su sentido del juicio hasta el punto de hacerle adoptar una posición tan parcial, e incluso contraria a la de su propio país que, habrá que recordarle, que ha inscrito en el marco de su Constitución Política el principio de la autodeterminación de los pueblos”. Mi posición nunca ha sido contraria al interés de mi país, todo lo contrario, y por eso mismo es que he abandonado la posición favorable al interés del suyo.

El quid pro quo de 1979 entre México y Argelia fue un acierto. El reconocimiento del proyecto RASD a cambio del apoyo argelino en la OPEP rindió grandes frutos. Fue una acción de Realpolitik de la diplomacia mexicana cuya gestación y desarrollo puede usted conocer en detalle si acude al Archivo Histórico Diplomático Mexicano; es información pública. O puede leer mi ensayo «México y el Sahara occidental: de la Guerra Fría al siglo XXI», publicado por la UNAM en 2019. Allí encontrará la información detallada sobre cómo su país tuteló el arribo del Frente Polisario a México y por qué el gobierno mexicano finalmente obsequió los ruegos de Argelia. Un profesional de la diplomacia, aun con modales un tanto agrestes como los suyos, debería por lo menos suponer que cuarenta y dos años después, México, Marruecos, Argelia, África, América Latina y el mundo son muy distintos y que, como Argelia en su momento, Marruecos tiene hoy muchísimo que ofrecer a México.

No omito agradecerle la gentileza de recordarme que el principio de autodeterminación está inscrito en la Constitución de mi país. Lo felicito por su atenta lectura. En reciprocidad, me permito informarle, señor Grine, que independencia y autodeterminación no son sinónimos. Sobre el particular,  le sugiero acudir a la resolución 2625 (xxv) de la Asamblea General de la ONU del 24 de octubre de 1970, la cual de todas suertes referiré más adelante para pronta referencia.

Usted afirma que mi único propósito es legitimar la ocupación y que evito preguntarme “por qué Marruecos persiste tan obstinadamente en negarse a someterse a un referéndum”. Sabe usted bien que lo que dice son verdades a medias. Tiene usted razón, Marruecos rechazó el referéndum. Lo que usted omite decir es que hoy la ONU es quien estima inviable el referéndum debido a la transformación demográfica que por acción de Argelia y no sólo de Marruecos ha sufrido el territorio en disputa. En cuanto a mi propósito, usted miente de manera indigna para quien se ostenta como embajador. Mi interés es ir más allá de la propaganda que las partes involucradas en el conflicto han disparado durante casi medio siglo. Y lo que me intriga es por qué Argelia ha negado siempre su interés y su responsabilidad en el conflicto y por qué se niega a que la ONU lleve a cabo el censo de la población de los campos de refugiados asentados en su territorio.

Le ruego permitirme abandonar aquí su enojada diatriba, señor Grine, y pasar a comentar las afirmaciones del señor Leboihi.

Afirma usted, señor Leboihi, que mi artículo “es un reflejo indirecto de la ofensiva marroquí en México por su firme defensa a la autodeterminación en el Sahara Occidental”. Se equivoca. Es producto de mi interés en el tema como lo hace evidente mi ensayo «México y el Sahara occidental: de la Guerra Fría al siglo XXI», referido anteriormente. Más adelante afirma la existencia de “ciertas realidades incuestionables y que no ameritan ninguna reinterpretación de la historia”. Nuevamente se equivoca. Como toda construcción social, la realidad en todas sus manifestaciones es siempre cuestionable y la historia sería imposible si no fuese constantemente reinterpretada. Por ello, la resolución A/RES/34/37 emitida por el Consejo de Seguridad de la ONU en 1979 y el veredicto de la Corte Internacional de Justicia de 1975 citados por él ameritan el cuestionamiento.

Los juristas de La Haya soslayaron que, a lo largo de la historia, el ejercicio de la soberanía se ha realizado de manera distinta al norte y al sur del Mediterráneo, pues mientras que al norte ha primado la noción del control territorial, al sur, hasta el dominio colonial europeo, fue capital el valor político de la lealtad en virtud del carácter nómada de la población. En consecuencia, la justificación descolonizadora que animó el veredicto asumió, paradójicamente, la visión histórica que sobre la región construyeron las propias potencias colonialistas. En efecto, al soslayar la relevancia de las particularidades político-culturales de la región en disputa, la Corte imprimió un sesgo historiográfico contrario al espíritu descolonizador que pretendía.

Acto seguido, usted expresa que “salvo el autor del citado artículo, nadie en el mundo, con un mínimo de rigor, pone en duda que la cuestión del Sahara Occidental es, una cuestión de descolonización, cuya solución, por consiguiente, pasa obligatoriamente por el respeto escrupuloso del derecho inalienable del pueblo saharaui en la autodeterminación e independencia”. Confieso no tener el privilegio de conocer a “todo el mundo” y que no osaría afirmar que mi afán de objetividad es incontestable. Lo que sí le puedo asegurar es que distamos de ser pocos los que en el mundo cuestionamos que el problema del Sahara sea solamente un asunto de descolonización. No soy el único en el planeta que estima que la complejidad del problema trasciende la coyuntura de 1975-79 y por ello su comprensión exige algo más que emoción, convicción y consignas políticas.

De igual modo, no soy el único que advierte un uso reduccionista del principio de “autodeterminación” por el Frente Polisario y sus aliados. Me permito hacer de su conocimiento que la resolución 2625 (xxv) de la Asamblea General de la ONU del 24 de octubre de 1970 dice a la letra: “el establecimiento de un Estado soberano e independiente, la libre asociación o integración con un Estado independiente o la adquisición de cualquier otra condición política libremente decidida por un pueblo constituyen formas del ejercicio del derecho de libre determinación de ese pueblo”. Ello, sumada a la negación del Polisario y de Argelia de llevar a cabo un censo en los territorios saharauis bajo su control, deriva en favor de la propuesta autonómica de Marruecos.

En el mismo tenor de respeto que exhibe su tutor argelino, usted llama “ignorancia supina” mi utilización del término “diferendo” y brinda como argumento para descalificarme el que la ONU refiere el hecho como “ocupación”. Desde mi punto de vista, lo que origina el problema y sus manifestaciones posteriores es la preexistencia y prevalencia de un diferendo.

Aunque lo entiendo, no comparto su reduccionismo y tampoco su esencialismo idealista sobre los movimientos de liberación nacional. Todo movimiento político está sujeto a su historicidad y no veo por qué el Frente Polisario pueda ser la excepción. Aun más, estimo que esa inmanencia mística que su militancia polisaria tanto valora, puede ser lo que en el mediano plazo impida la viabilidad de su organización como fuerza política. Empero, señor Leboihi, acierta usted al considerar el mito en su sentido más noble como factor de identidad. Si alguna vez la ONU —a la que, a juzgar por sus palabras, usted y yo tanto respetamos— llegare a reconocer a la RASD como Estado, la noción de que el Frente Polisario y la RASD surgieron al mismo tiempo seguramente será uno de los pilares fundacionales de la identidad rasdiana.

En su escrito, usted considera que la Guerra Fría es un argumento retórico y remata el párrafo con una interpretación —usando la sofisticada terminología de su aparato crítico—, bastante “charra” de la historia de los pueblos africanos y latinos (sic). A mí no me molesta su charrería intelectual, pero sí le pediría claridad conceptual, precisión lingüística y honrar el rigor que se atreve usted reclamarme.

Sobre el resto de su texto subrayaría que aprecio su lealtad hacia Argelia. Mal haría usted si no correspondiera a la generosidad de quien paga hoy su salario y ha pagado durante medio siglo el de toda la dirigencia polisaria. Sí, en cambio, quisiera exhortarlo a una menos nebulosa integridad intelectual y más afinado ejercicio de la lectura. Usted afirma que en mi texto atribuyo a Argelia “una supuesta necesidad imperiosa de una ‘salida al mar’ para sus recursos”. Entiendo que la acción política y la lectura no siempre son compatibles. Por ello transcribo a su atención lo que sí dice mi texto: “Argelia ve la oportunidad de hacerse de un territorio afín a su interés de llevar su producción minera del sur directamente al Atlántico y contener la influencia de Marruecos en la región. Así surge el proyecto de establecer la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) en el antiguo Sahara Español, un hipotético estado gobernado por el Frente Polisario que, desde entonces y hasta la fecha, ha vivido bajo control argelino.” Como puede apreciar, señor Leboihi, usted de nueva cuenta se equivoca. Con el mismo respeto con el ha tenido la gentileza de referirse a mi escrito y a mi persona, concluyo manifestándole que en adelante su texto incurre en la mentira o en reiterados equívocos.

Es claro, señores, que nuestro propósito es distinto. Yo no tengo conflicto con los amigos argelinos, ni con los mauritanos, ni con los marroquíes, ni con los españoles; no lo tengo con los hermanos saharauis, sean estos los del segmento que milita en el Frente Polisario o con la mayoría, que son ciudadanos residentes en Mauritania, en Argelia o en Marruecos y tampoco estoy sujeto a la disciplina institucional a la que están obligados ustedes.

Ustedes se asumen, uno explícitamente y otro de manera implícita, en guerra uno y en conflicto el otro. Ello determina su encuadramiento intelectual. Mi aproximación al fenómeno político es desde la academia y para la construcción del conocimiento. La suya, desde la militancia, uno para la conquista y otro para la preservación del poder. De allí la imposibilidad de nuestra convergencia.

Fuera de acuerdos y desacuerdos, les agradezco la oportunidad del ejercicio de la libertad de expresión y el disfrute de la discrepancia.

Cordialmente.

Andrés Ordóñez.

 

*Dr. Andrés Ordóñez – Investigador de Humanidades Universidad Nacional Autónoma de México

Unidad de Investigación sobre Representaciones Culturales y Sociales  htts://udir.humanidades.unam.mx/investigadores.php?id=1011

PDF -México y el Sahara occidental

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Imagen: LVÁ

La Voz del Árabe (LVÁ) – MARRUECOS – Cd. de México, mayo 23 del 2022

 

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