CAPITALIZANDO UNA PANDEMIA

– Lo importante es reconocer la oportunidad que tenemos de retomar nuestro poder que siempre hemos tenido, que nunca hemos perdido, pero que aparentemente hemos olvidado que está latente…                       

Mauricio Saraya Ley

La vida nos da lecciones de muchas maneras. Hay quienes desde el punto de vista espiritual creen que personajes como Hitler, Mussolini, Gengiskan, los Rothschild, David Rockefeller, Trudeau y Klaus Schwab han sido elementos indispensables para que despierte el género humano hacia una verdadera humanidad.

En todos los casos, sus arraigadas perspectivas unilaterales han cubierto de oscuridad y miseria la vida de centenares de miles de personas. Quizás no siempre como primera intención, pero en definitiva esa ha sido siempre la consecuencia.

Hoy tenemos la oportunidad de que esos agentes de cambio sean el balde de agua fría que nos hace incorporarnos, echar a andar el neocórtex, esa parte del cerebro que piensa por sí misma y no sólo asume lo que dicen los discursos oficiales, basados en supuesta ciencia. Hoy podemos dejar de señalar y de culpar todos los efectos devastadores que ha dejado esta pandemia, y tomarlo como una profunda meditación universal, que sea capaz de despertar globalmente nuestra mayor conciencia, que nos impulse a hacer cambios desde la raíz, atacando las causas para que podamos aspirar a un destino más benévolo, más deseable y en definitiva mucho más lógico, ético, justo y saludable.

Seguimos invirtiendo trillones en investigación para tratar síntomas de enfermedades creadas como un subproducto de contaminar el agua de los ríos y de los mares, los suelos en toda la extensión de la tierra, el aire, la comida con miles de tóxicos mal regulados, si acaso alguna vez han sido regulados. Estamos caminando como ciegos cuando está en nosotros el quitarnos esa venda.  Este bicho tan de moda es insignificante si lo comparamos con los devastadores efectos de nuestra forma de vivir como especie. Si han cobrado 5,800,000 vidas en todo el mundo significan que su mortalidad asciende hasta el 0.072%, que comparado con las muertes por enfermedades cardiovasculares que ascienden al 17% a nivel mundial y considerando que en su mayoría son causadas por estilos equivocados de vida y toxicidad nos indica que no estamos poniendo nuestra atención donde más deberíamos.

Primero contaminamos el suelo externo y como resultado contaminamos el interno con un pésimo sistema alimentario, lleno de tóxicos como el glifosato, el BPA, el abuso inconmensurable de antibióticos tanto en cultivos como en la industria cárnica, y un montón de otras sustancias en las que todos tenemos conocimiento, pero de las que agencias que supuestamente nacieron para protegernos, como la organización mundial de la salud, no han hecho absolutamente nada.

Todos los gobiernos hablan de vacunas en lugar de cuestionar ¿cuándo nos vamos a alejar de la azúcar refinada y en general de toda la comida chatarra? El desequilibrio de la tierra que solía ser fértil, que ha sido sistemáticamente envenenada, luego de matar al terreno y de privar de nutrientes a las frutas, las legumbres, los hongos, y enfermar a todos los que se alimentan de ellos, el resultado ha sido un crecimiento escandaloso de enfermedades. Sólo en Estados Unidos, se pronostica que uno de cada dos hombres y una de cada tres mujeres padecerá de Cáncer en el transcurso de su vida.

¿Vamos a seguir confiando en todos los organismos y agencias reguladoras e instituciones médicas que no atacan las causas? O somos demasiado siervos para no ver lo que pasa, o preferimos ver el canal de las estrellas, o nuestra inoculación de Netflix diaria, mientras deglutimos alegremente unos Chetos y unas papas, con una coca o un buen trago y de postre unas cuantas fumadas. ¡La pasividad no nos lleva nada! Por lo menos a nada deseable, y es que no tomar decisión alguna es de alguna forma tomarla.

No se trata de ninguna conspiración, sino de un capitalismo exacerbado sin escrúpulos, donde la deshumanización se puso de moda y le declaramos la guerra primeramente a las personas y luego a todo, llámesele bacterias, virus, insectos, fauna, bosques, microbio, y todo lo que implique diversidad.

Nos enfermamos siempre por dos distintas causas: obtenemos en el cuerpo demasiado de algo que no necesitamos y nos daña, o por el contrario no tenemos suficiente de algo que nos falta, o ambas.

Entre octubre y noviembre la contaminación del aire se eleva y no disminuye hasta abril o mayo; justo este periodo las enfermedades respiratorias crecen, pero no necesariamente por un virus y bacterias, sino por toxicidad que cada vez es más alta. ¿En qué estamos invirtiendo? ¿Contra qué estamos luchando? ¿Un virus? ¿Muchos virus? O la toxicidad incapacitante derivada de la avaricia y falta de regulación, falta de información que fortalezca el sistema inmune de las personas. Si no cambiamos nuestra relación con la naturaleza, si no disminuimos la toxicidad con una agricultura sustentable (eliminando monocultivos y organismos genéticamente modificados con toneladas de venenos agropecuarios) y rehabilitamos el micro Bioma del planeta, nuestra comunicación interna estará rota cuando pretenda comunicarse con la externa. Entendamos que no se mata a un virus que no está vivo y tampoco se puede erradicar a un virus del planeta, pero disminuir las fuentes de toxicidad y fortalecer el micro Bioma interno y por ende al sistema inmune eso no es una utopía, sino una posibilidad tan cercana a simplemente decidirla.

Los estilos de vida y vivir con congruencia son la única respuesta. Estamos en medio de una transición radical, por lo que ser escéptico y prevenir, basándonos en lo que milenariamente hemos aprendido que funciona es imperativo. 

Demasiado a menudo ignoramos u olvidamos que medicina no es lo mismo que industria médica, pues ambas persiguen objetivos opuestos. Todos somos diferentes, pero si nos quieren tratar igual con una sola medicina, como si no fuéramos individuos que tenemos necesidades distintas, en muchos casos los tratamientos no sólo no nos sirven, sino que a menudo nos enferman. Por eso más que nunca debemos tomar las riendas.

Entendamos que sin un terreno equilibrado es casi imposible gozar de buena salud. Las bacterias nos regulan, no al revés. Existen antes de nosotros y el descubrimiento del micro Bioma confirma que somos el lugar donde se hospedan ellas, así como el planeta lo es de nosotros, y pretenderlo ver por separado es absurdo. Somos Super organismos formados por trillones de microrganismos de células humanas, virus y bacterias. Es el entorno y la proporción lo que los hace o no patógenos. Controlan el pH, nos protegen de toxinas, producen vitaminas, hormonas, neurotransmisores y hacen que funcione el sistema inmune, la única vacuna eficiente en contra de todas las enfermedades sin efectos secundarios ni colaterales.

Que si las medidas para combatir la situación actual han sido equivocadas; que, si han causado más daño que beneficio, que, si ha salido peor el remedio que la enfermedad, o que, si encubre otras agendas, eso ya es abordar otro tema. Aquí lo importante es reconocer la oportunidad que tenemos de retomar nuestro poder que siempre hemos tenido, que nunca hemos perdido, pero que aparentemente hemos olvidado que está latente en este instante dentro de uno mismo.

*MAURICIO SARAYA LEY – Ganador de los premios: “EL HERALDO”, “La Letra Impresa”, “Premio Nacional Rincón Gallardo”. En 2003 publica su primera novela “Efervescencia”. Se han adaptado sus cuentos para cortometrajes. En 2013nace “Ruido”, libro de su autoría de denuncias con propuesta filosófica. Desde 2018 es director de AMORCC y colabora con La Voz del Árabe desde su fundación. Activista bien documentado que aplaude el escepticismo y actúa con valentía invitando a sus lectores a la reflexión, aun cuando su reputación s ponga en tela de juicio ante la incomodidad de muchos.

 

Imagen: LVÁ       

La Voz del Árabe (LVÁ) – EDITORIAL – Cd. de México, febrero 28 del 2022

 

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