EL BARRO VERDE DE OAXACA
– La alfarería de esmalte verde de Atzompa se vende en casi cualquier o en cualquier esquina del Estado, desde antes de la llegada del metal y del plástico ya había ganado mucho prestigio.
La artesanía mexicana es reconocida a nivel mundial como una de las más hermosas, y aquí un ejemplo más, hemos publicado varios artículos sobre esto, hoy nos toca hablar del “barro verde” de Oaxaca, platos y hoyas de barro verde, floreros y un sinfín de piezas se pueden ver en lugares distintos del Estado de Oaxaca y en todo México, a todos gusta, extranjeros y mexicanos cuando lo conocen, lo tocan, lo siente, jamás podrá separarse de ti, es artesanía mexicana y gusta en todas partes, busca el barro verde…
El barro verde de Santa María Atzompa, es uno de los 570 municipios que conforman al estado mexicano de Oaxaca. Pertenece al distrito centro, dentro de la región valles centrales. Su cabecera es la localidad homónima.
Sobrevive un pueblo alfarero conformado por 5 781 habitantes que, no obstante, su extrema pobreza, aún lucha por subsistir desarrollando una actividad heredada de siglos atrás: la alfarería del barro verde. A escasos 9 km hacia el noroeste de la urbe oaxaqueña, situado entre planicie y monte, descansa el colorido pueblo de Santa María Atzompa con su rústica iglesia de dos torres, la plazuela y el kiosco, la escuela, el palacio municipal a medio construir, sus humildes casitas de adobe y lámina, y su nuevo mercado de artesanías, orgullo de la comunidad.
La ciudad fue fundada entre el 500 y el 850 como una ciudad de Monte Albán, junto con otras comunidades cercanas como Cerro del Gallo, El Plumaje, Monte Albán Chico y El Mogollito. Estas comunidades fueron creadas como resultado de la expansión de la ciudad zapoteca grande, pero fueron considerados como unidades separadas, en lugar de los barrios de la ciudad propiamente dicha.
La comunidad de Atzompa se estableció en una colina por razones estratégicas, con vistas al fértil Valle de Etla, en parte como un baluarte contra los vecinos mixtecos. También hay pruebas de que la ciudad sirvió como estación de paso para las últimas piedras de cantera en su camino para la construcción de los últimos edificios en la ciudad de Monte Albán. Los objetos que se encuentran en el sitio incluyen cerámica negra que lo conocemos como el barro negro, así como otros objetos de obsidiana y muestra las conexiones comerciales con áreas como Teotihuacán, la Sierra de las Navajas, en Hidalgo, y Guatemala. Después de la conquista española, se le agregó a Atzompa el apelativo “Santa María” en honor a la patrona del lugar. En 1999 Atzompa permitió a sus mujeres la participación en el gobierno municipal de usos y costumbres.
La alfarería de esmalte verde de Atzompa se vende en casi cualquier o en cualquier esquina del Estado, desde antes de la llegada del metal y del plástico ya se había ganado mucho prestigio. El acabado vítreo, verde o ámbar, no solo la distingue sino la hace menos porosa y fácil de limpiar. Atzompa es el segundo pueblo alfarero de Oaxaca después de San Bartolo Coyotepec, con unos 450 domicilios donde se produce activamente alfarería.
A la sombra de Monte Albán, el pueblo produce alfarería desde hace más de quinientos o seiscientos años. La mayor parte de ella en ese momento era la cerámica gris, típica de la zona de los alrededores, aunque existe una mayor diversidad de formas, incluyendo cabezas jaguar y garras de águila.
En el Siglo XVI se introdujeron las técnicas para el modelado del vidrio. En la primera mitad del Siglo XX, Atzompa fue el principal productor de cerámica de la región, y sus productos fueron enviados a todas partes de México y exportados a Estados Unidos. Sin embargo, este auge se detuvo debido a la presencia del plomo en el esmalte de la cerámica, situación corregida en la actualidad.
La mayoría de la cerámica con acristalamiento de la comunidad, cuyo distintivo es el color verde, es vendida en la vecina ciudad de Oaxaca. Una gran parte de las familias de la población tienen una vida de subsistencia a través de su producción y comercio y por el cultivo de maíz.
Si bien pareciera que el barro tiene este color de forma natural, no es así. Esta técnica única de la zona puede tardar días desde su preparación hasta el resultado final. Comienza con el barro en estado natural el cual se obtiene de San Lorenzo Cacaotepec, un municipio que está a 4 kilómetros de Santa María.
El barro se coloca sobre un torno en donde el artesano hace girar con los pies para después continuar amasando con las manos hasta obtener la forma deseada. Hoy en día, también se utilizan moldes, especialmente cuando son piezas muy grandes, como cazuelas gigantes.
Se debe tener paciencia pues el procedimiento consiste en dejar la pieza secar al sol durante varios días para que pueda resistir la cocción al horno. Existen hornos tradicionales que pueden alcanzar temperaturas de hasta 900 grados centígrados. A la pieza de barro ya cocido, se le aplica una greta, es un polvo que mezclado con agua permite pintar sus piezas de este color verde esmeralda, el cual exige una segunda cocción de la pieza.
Esta técnica se utiliza para elaborar todo tipo de artesanías, desde piezas para decoración hasta cazuelas, ollas, platos, vasijas y demás utensilios para la cocina. También se le añade un trabajo que lleva por nombre pastillaje el cual consiste en agregar flores y hojas a las piezas. Localmente se refieren a esta técnica como “bordar el barro”.
Atzompa produce tres estilos diferentes de alfarería: piezas utilitarias esmaltadas en verde y ámbar, alfarería decorativa esmaltada en diversidad de colores, alfarería y escultura sin esmalte con aplicación de ornato.
Recientemente, varias innovaciones se han ideado para tratar de ayudar a revivir el mercado de la cerámica. En la década de 1990 el gobierno mexicano desarrolló esmaltes sin plomo que se comercializan en masa. En la década de 2000 un mercado de la cerámica de cooperación fue creado en la ciudad. El 18 de septiembre de 2012 fue inaugurado y abierto al público el Conjunto Monumental de Atzompa, ubicado en la cumbre del cerro El Bonete.
Desde 1936 se tenía noticia del sitio gracias a las primeras exploraciones realizadas por el arqueólogo Jorge R. Acosta, miembro del equipo de Alfonso Caso durante el Proyecto Monte Albán. Fue en el 2007 cuando el Instituto Nacional de Antropología e Historia comenzó la investigación formal. Se determinó que el sitio era un asentamiento de al menos dos importantes familias zapotecas de Monte Albán. Fue habitado desde el 250 hasta el 900 d.C. siendo el periodo de máximo esplendor entre el 500 y el 800 d.C. Gracias a un horno de cerámica hallado en las inmediaciones de la Casa de los Altares, y por los restos arqueológicos encontrados, se infiere que la alfarería atzompeña data desde esas fechas precolombinas hasta la actualidad.
En esta población los abuelos siguen transmitiendo a los jóvenes el gusto y apego por sus usos y costumbres, lo que ha sido bien aceptado, actualmente sigue perdurando la figura de la dote y todo lo que rodea la celebración de un matrimonio, mismo que es una verdadera fiesta, la dote, es ofrecida por ambas parejas de padres en el momento en que dichas familias de los novios se reúnen para pedir la mano de la novia y acordar la fecha en que se efectuará la celebración del matrimonio, así, el día de la boda eclesiástica los familiares llevan hasta el altar los regalos, consistentes en muebles de todo tipo como el ropero, mesa, sillas, que serán usados por los novios, así como canastos hechos de carrizo que contienen ropa, sábanas nuevas, todos estos objetos son bendecidos y a la salida de la iglesia, familiares y amigos se disponen a caminar hacia el lugar donde será el festejo, en el trayecto se turnan cargando los muebles y bailan alrededor de los mismos, esta ceremonia se realiza con la finalidad de impregnar los objetos de buenas energías y mejores deseos, siendo el inicio del matrimonio en un contexto positivo que seguramente se conservará en el camino que en ese momento se inicia.
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La Voz del Árabe (LVÁ) – MÉXICO – Cd. de México, julio 16 del 2021
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