LA PRIMAVERA ÁRABE LLEGÓ A LAS VIÑETAS

-La reflexión final es la búsqueda de la convivencia pacífica…

Ruth Figueroa

El cómic, lo que anteriormente en nuestro país conocíamos como historieta, que en lo personal me parece una forma peyorativa de denigrar una narrativa, es una forma de comunicación y expresión que se basa en el binomio de las imágenes y los textos, apoyándose de signos y significantes concretos, que  se articulan como un lenguaje narrativo propio.

No es más ni menos que la literatura, incluso su naturaleza es afín al lenguaje audiovisual, al cine y a los dibujos animados, pero ha carecido de dimensión intelectual durante muchos años y ha sido relegado a la categoría de producto de entretenimiento masivo; sin embargo, en las últimas dos décadas ha sido objeto de estudio en ámbitos culturales y de la comunicación y en ocasiones no ha sido considerada como un medio sino mal categorizada como un “género”.

Los mismos teóricos y estudiosos del cómic han acudido a distintas teorías para legitimar su valor como cultura popular; o en algunos excesos han ubicado su origen en antiguas obras reconocidas de la historia del arte como el tapiz de Bayeux, sus orígenes en la pintura rupestre de Altamira o en los distintos códices precolombinos, aztecas o mayas, pero los más especializados han fijado su madurez como lenguaje propio, es decir su “mayoría de edad”, en la obtención de méritos habitualmente concedidos a otras artes o medios, como es el caso del premio Pulitzer otorgado a la obra de Art Spiegelman “Maus”, único comic que obtuvo la presea, o el caso de Watchmen de Alan Moore, que es el único comic que figura entre los cien libros más influyentes en la historia de la humanidad, según el New York Times.

Por esta vía se ha llegado a denominaciones híbridas como novela gráfica, con la intención de evidenciar la complejidad que ha desarrollado, aun cuando en muchos casos únicamente consiste en una etiqueta editorial que facilita su venta en librerías, y con ello, sólo se insiste en el complejo de inferioridad con que muchos autores y críticos siguen discutiendo al respecto.

Dentro de esta tendencia de la también llamada narrativa gráfica, a la que mi esposo se ha dedicado profesionalmente, me tomó por asalto y generó mi especial interés un titulo, “La primavera de los árabes”, publicada en español por editorial Norma.

Más que un cómic me parece un documento gráfico de valor invaluable que ofrece una visión transversal de aquel movimiento que conocimos por la prensa internacional. Narra cómo un 17 de diciembre de 2010, en Sidi Bouzid, al sur de Túnez, la policía local confisca la carreta a un joven vendedor ambulante, Mohammed Bouazizi, y éste, como forma de protesta, se auto inmola. Su sacrificio provocaría disturbios que se extendieron como pólvora por todo Túnez; y el régimen que parecía inamovible, se tambalea en tan sólo tres semanas… Este comic se adhiere a un periodismo gráfico; está demostrando ser un género válido para contar las historias olvidadas de nuestro mundo, como lo ha hecho el género cinematográfico documental, que en la actualidad se está consolidando como una de las voces más directas para mostrar situaciones tan complejas como la que se vive en los países árabes.

Muchas veces el exceso de información y el poco contexto con el que se cuenta pueden hacer que perdamos el foco de lo que realmente está sucediendo. Obras como ésta son esenciales para proporcionarnos una perspectiva de nuestro pasado cercano que tiene sus ecos en el presente.

Los autores responsables de este cómic son Jean-Pierre Filiu y Cyrille Pomès, quienes articulan un relato que aprovecha al máximo las posibilidades que brinda el medio, nos permiten un acercamiento a los países participantes en el movimiento, desde su inicio hasta su dispersión, en una cronología de capítulo por país. Se puede abordar la historia en el orden que le lector lo decida. Tratar la historia de un conflicto tan complejo podría llevar mucho más de un sólo tomo, pero el acierto de los franceses está en mostrar de manera responsable un contexto general centrado en la voces inocentes de aquellos que lo hicieron posible, los ciudadanos, las personas que arriesgaron y perdieron sus vidas… Las páginas se centran en capturar la fuerza de quienes tuvieron el valor de alzar su voz por su libertad y sus derechos, los verdaderos protagonistas, más allá de generar una polémica sobre la políticas de los gobernantes.

Mediante un dibujo expresionista apoyado por una intensa paleta de colores, la obra se convierte en una proyecto ambicioso pero honesto, que  sabe que no puede explicarlo todo, pero que puede sembrar una semilla en aquellos que estén dispuestos a investigar más al respecto; retrata  una visión global de las revoluciones árabes, presenta un amplio espectro de los países, es una historia de humanidad, un homenaje  narrado en primera persona que brinda una luz de esperanza para los oprimidos en cualquier rincón de este planeta.

La reflexión final es la búsqueda de la convivencia pacífica, la igualdad y el respeto a los derechos humanos.

Imagen: Gastón Ortiz

La Voz del Árabe (LVÁ) – EDITORIAL – Cd. de México, agosto 28 del 2019

 

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