LO QUE LA PANDEMIA ESTÁ OCULTANDO. EL CASO DE LIBIA

– Los conflictos bélicos van en aumento, y, a pesar de su gravedad, la pandemia los está ocultando u opacando ante la opinión pública mundial.

Emb. Jorge Álvarez Fuentes*

Los conflictos bélicos van en aumento, y, a pesar de su gravedad, la pandemia los está ocultando u opacando ante la opinión pública mundial. Son viejos y nuevos conflictos armados y confrontaciones políticas inter e intra estatales, como se ha reiterado en esta columna. Mientras más se extienda el virus se irán profundizando las crisis, con el cierre de fronteras y las restricciones a la movilidad y la imposición de controles.

En prácticamente todos los continentes proseguirán los enfrentamientos, los desplazamientos humanos forzosos, las calamidades ambientales y los flujos migratorios irregulares, estando en ciernes una eventual crisis de producción y distribución de alimentos. En una dimensión menos letal, se está agravando a nivel internacional la degradación democrática, las tensiones entre vecinos y aliados y las colisiones ideológicas.

La pandemia está acelerando en forma exponencial, lo que desde el año pasado comenzaba a ser patente: la súbita entrada en una nueva época mundial, a la par insegura e impredecible, en una suerte de «tercera revolución bélica» marcada por la proliferación de escenarios de crisis, de actores, de contendientes, con la irrupción de nuevas armas ajenas a cualquier control o regulación, en una peligrosa carrera armamentista multipolar, marcada por una férrea competencia tecnológica. Acompañada del extravío en la búsqueda de soluciones pacíficas por la vía diplomática.

Para muchos regímenes políticos y estamentos militares en el mundo, parece haber ganado terreno la convicción emergente de que es necesario, ahora más que nunca, obtener posiciones estratégicas aprovechando la actual dislocación geopolítica y el desorden mundial que proseguirá a la pandemia por varios años. Van en ascenso los escenarios de conflicto y las amenazas a la paz y a la seguridad internacionales. Y estos escenarios no están ocurriendo únicamente en los reconocidos focos rojos de conflicto añejos, sin solución aparente, como en el Medio Oriente, en Asia Central o en la Península Coreana, sino que están alcanzando y ocurriendo en otras regiones como se advierte con preocupación en los reciente choques armados en la zona fronteriza del Himalaya entre China y la India, o en las incursiones navales rusas y estadounidenses, incluso el respaldo de Irán respecto de la crisis de Venezuela. Por ende, no debiera sorprendernos el inminente cambio de orientación y énfasis que se anuncia en la política de defensa del Brasil, un país con innegable proyección continental y mundial.

Concentremos la atención en Libia. Es un escenario crucial cada día más central, explosivo y riesgoso para la estabilidad del Norte de África, del Mediterráneo Oriental, y, en general, para la seguridad del mundo árabe y de Europa. Tras más de 9 años de la caída de Gadafi, provocada por una invasión militar externa, el país continúa hundido en una severa crisis de gobernabilidad, confrontado y divido. El llamado Ejército Nacional de Unidad Libia, encabezado por el general Kalifa Haftar parece haber fracasado en junio en disputarle por la vía de las armas la autoridad territorial y el control de las instituciones al Gobierno de Acuerdo Nacional de Fayez Al Sarraj, reconocido oficialmente por las Naciones Unidas y la mayoría de los miembros de la comunidad internacional.

Con las más recientes intervenciones militares de Rusia y Turquía, la injerencia internacional abierta se ha profundizado. Una situación regional extremadamente grave ha devenido un conflicto global. Se avizora una funesta reedición de Siria, como ha declarado el Canciller francés Jean-Yves Le Drian, con varias potencias confrontadas en dos bandos. El mes pasado 2 fragatas turcas encañonaron a una francesa que buscaba impedir el tráfico de armas. El embargo de armas es un fracaso estrepitoso. Nunca un barco de guerra de un miembro de la Alianza Atlántica había apuntado a otro buque aliado. Pero estos son los tiempos impredecibles que vive la OTAN. Los ataques aéreos se han intensificados después de aquellos que en su momento fueron atribuidos a Egipto y los Emiratos Árabes Unidos, quienes al igual que Arabia Saudita y Francia respaldan a Haftar.

Los varios intentos de diálogo, acercamiento, mediación y negociación diplomática por parte de la ONU, de Italia, Francia e incluso el más reciente de la Canciller Merkel de Alemania, en enero pasado, han fracasado. Con únicamente 6 millones de habitantes, pero una de las mayores reservas de petróleo ligero de África, a pocas millas del espacio europeo, varias potencias están doblando sus apuestas respecto de Libia, acumulando más armas, financiando mercenarios y otorgando cobertura internacional. El asedio sobre Trípoli, la capital y sede del GAN, significó que Haftary los mercenarios rusos, al fracasar, sembraran miles de minas antipersonales al abandonarlo.

El gobierno nacional depende fundamental y existencialmente del apoyo de diversas milicias, brigadas y fuerzas paramilitares, las cuales están enfrentadas entre sí y ejercen un control mafioso sobre la economía del país. Por años, todos se han beneficiado de la decreciente renta petrolera. Trípoli retiene el respaldo financiero de Qatar, diplomático de Italia, y, sobre todo ahora, del apoyo militar de Turquía. Pero Haftar controla el Este y el Sur donde están los principales campos petroleros, sin poder vender crudo legalmente en el exterior. España, Francia e Italia, con sus respectivas empresas Repsol, Total y Eni mantienen enormes intereses, estando en juego también los flujos de migrantes subsaharianos, los cuales en 2015 provocaron una grave crisis migratoria. La Unión Europea se encuentra atrapada entre la impotencia y el fracaso, Rusia juega a cubrir todas sus apuestas y EUA está en los hechos ausente.

*Jorge Álvarez Fuentes: Licenciatura en Filosofía por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, ex embajador de México en Líbano y Nueva Zelanda. Estuvo adscrito a la Embajada de México en Canadá como Encargado de los Asuntos Culturales y de Medio Ambiente. Encargado director para África y Medio Oriente en la S.R.E. México. Entre sus publicaciones destacan: “La diplomacia en acción”, “De cara al mundo” y “Bandera al viento”.

Información: El Siglo de Torreón / Imagen: LVÁ  

      

La Voz del Árabe (LVÁ) – EDITORIAL – Cd. de México, julio 27 del 2020

 

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