PETRA LA CIUDAD ETERNA EN JORDANIA

La ciudad de Petra, en Jordania, a pesar de mantener oculta más del 75% de sus construcciones, ha conseguido despertar el entusiasmo de todo el mundo desde 1812, cuando Johann Ludwig Burckhardt la identificó como tal.

En el año 1985, la ciudad pasó a formar parte del patrimonio mundial de la UNESCO, y en 1993, Jordania delimitó una parte de la ciudad como parque nacional. Las numerosas excavaciones que se continúan en la actualidad están dejando al descubierto un grandioso entramado de canales, edificios civiles, tumbas, esculturas, cerámicas y documentos, que reflejan el esplendor que tuvo la ciudad antes de desaparecer hacia el siglo VII d.C.

Desde el 1991, la economía jordana conoce uno de sus mejores momentos gracias al tratado de paz firmado con el estado de Israel. Como consecuencia, el turismo ha multiplicado hasta tal punto, que actualmente preocupa la conservación de su patrimonio recogido en la ciudad de Petra. Las ayudas económicas que se reciben van destinadas, prácticamente en su totalidad, a la mejora de infraestructuras, destinadas al sector turístico de Wadi, la ciudad que se ha desarrollado en torno a la entrada de Petra.

La historia de Petra se remonta hasta el siglo III a.C. como capital de los nabateos que logró mantenerse, como tal, hasta el siglo I d.C. La ciudad formó parte del importante entramado de las rutas comerciales de las caravanas que transportaban incienso, metales preciosos, hierbas aromáticas y betún desde el Mar Mediterráneo, como ya dejara escrito el historiador griego Diodoro de Sicilia en el siglo I a.C. A pesar de los intentos que se vienen realizando, a través de las excavaciones arqueológicas, para desenmascarar la historia de este pueblo, todavía resulta imposible establecer un hilo conductor uniforme.

Ya en las Sagradas Escrituras, en el segundo libro de los macabeos (5,8), se nos da a conocer un príncipe nabateo, llamado Aretas I, en cuya casa se refugió Jasón, sacerdote de Jerusalén, expulsado por Menelao. Dada su situación fronteriza con el estado judío, y, a pesar de que en el siglo II a.C. sus relaciones fueron amistosas, los nabateos tuvieron que enfrentarse en numerosas ocasiones con las ideas expansionistas de los soberanos de éste.

En el año 93 a.C. los ejércitos judíos de Alejandro Janneo fueron vencidos por los de Obodas I. Éste, que continuaba su expansión hacia Damasco, triunfó sobre el rey Filheleno e introdujo en su reinado la cultura helénica, la cual iba a marcar fuertemente el arte nabateo y sobre todo la arquitectura de Petra. Durante las guerras civiles romanas, los nabateos tomaron partido por Marco Antonio, lo que les obligó a ceder las zonas de Batanea y Tranconitida a Augusto.

A partir de entonces, y a pesar de la disminución de su extensión territorial, Petra, independiente, conoció su apogeo y se comenzaron a construir los primeros y magnos monumentos, bajo el esplendor del reinado de Aretas IV (9 a.C. – 40 d.C.), que no fue continuado por su sucesor Málicos II. A partir del año 70 d.C. se puede decir que la ciudad comenzó su declive y la desviación del comercio árabe por la vía del Mar Rojo asestó el golpe final a la economía nabatea.

En el año 106 d.C. fue conquistada por el legado sirio del emperador Trajano, convirtiéndola desde entonces en la capital de la provincia romana de Arabia Petraea.

La ciudad de Petra no se pudo concebir sin haber dominado, por parte de sus habitantes, el agua de la lluvia, el elemento más preciado del desierto que la rodea. Gracias a las recientes excavaciones, se ha logrado desenterrar el Siq, camino de acceso a Petra a modo de pasillo entre los riscos, y que la hacen invisible desde el exterior. Atravesándolo se llega a la ciudad, que deja oculto todo el sistema de abastecimiento de agua.

Su red hidráulica está formada por decenas de presas, que en épocas anteriores recibieron el frescor del agua, junto a numerosos diques, depósitos y otros tantos aljibes, abiertos en la roca compacta de tonalidades rosáceas. El sistema de conducción hidráulico queda asentado sobre una serie de canales muy pequeños que desplazan el agua hacia las zonas más bajas, desembocando en unos conductos de arenisca tallados con gran delicadeza.

Gracias a todo este entramado, los nabateos llegaron a dominar la zona durante siglos. La presencia de ciudadanos romanos en las provincias del imperio fue la causa de que se erigieran templos, termas, y viviendas, todo a imagen y semejanza de la arquitectura metropolitana. Fue Siria, en época romana, el país que más se puso al servicio del estilo barroco romano. El tipo helenizante de la arquitectura nabatea, representada en Petra, se encuentra en toda la zona de influencia de este pueblo, desde Bosra, al norte, hasta Hegra (actualmente Mada´in Salih) en Arabia Central. Todas estas ciudades eran etapas de la ruta que unía la Arabia Meridional con Siria y Palestina. Los nabateos se limitaron en un principio a excavar grutas en la roca desmenuzable que domina el circo de más de trescientos metros para construir, junto a sus pueblos de tiendas, un hábitat permanente.

Las viviendas en piedra se tallaron posteriormente, dejando, en un primer momento, una arquitectura tosca y poco trabajada, si se compara con las que aparecen a partir del siglo I d.C. durante el cual se tallaron varios templos en la roca, entre los que destaca el Qasr al Bint (Castillo de la hija del faraón), y que está dedicado sin duda a Du-l-Sara, principal dios de Petra.

De época romana son los templos realizados, en Petra, durante los siglos II y III d.C. y por los que ha sido conocida y utilizada como escenario natural en numerosas películas. Los grandes sepulcros rupestres, decorados con fachadas de hasta treinta metros de altura, son resaltados con elementos partidos barrocos que resaltan con violencia sus formas sobre la roca. No son fachadas construidas, sino que todas ellas han sido esculpidas directamente en la piedra, tal y como ya se hiciera en los templos egipcios de Abu Simbel y que posteriormente se realizara en los templos medievales de Lalíbela, en Etiopía.

En todo el territorio de Petra sorprenden las obras realizadas por el hombre, que geometrizan parte del basto paraje natural de grandes rocas, redondeadas por el paso del tiempo. Siguiendo el camino del Siq, en dirección noroeste, se encuentra la Tumba del Obelisco, el Tesoro (Al Khazneh) y el Teatro, para dejar al este, las tumbas del Palacio, Corintia, de la Seda y de la Urna, el templo de los Leones alados, el Mausoleo de Sextius Florentinus y una iglesia bizantina del siglo V con ricos mosaicos; y al oeste, el altar de los sacrificios, el Qasr al Bint, el Museo y el castillo de los Cruzados. Más alejados del camino, que comprende Petra, se encuentra el Monasterio (Al Dir) y el Triclinio del León.

Todo este impresionante conjunto arquitectónico de Petra corre, actualmente, el peligro de deterioro, si las autoridades de Jordania no comienzan a establecer las reglas pertinentes para mejorar su conservación.

El Monasterio presenta una fachada formada por tres calles principales y dos pisos que se rompen por las grandes columnas de orden corintio romano, sobre fustes lisos. De éste destaca la parte superior de la calle central que se remata con una construcción redondeada, rompiendo el frontón que resultaría de la unión de las partes, de sección rectangular, que la flanquean.

El Tesoro (Al Khazneh). Descubierto en el año 1812 por Johann Ludwig Burckhardt, sin duda, es el más conocido por los turistas. El templo queda oculto por las altas rocas que a manera de pasillo van a desembocar en una pequeña plaza. Dentro de ésta se aprecia su fachada de clara influencia romana, con sus columnas y frontones helenizantes que se complementan con una serie de relieves desgastados por el agua, la lluvia y el sol. A pesar de haber sufrido numerosos terremotos, el tesoro mantiene erguidas sus formas geométricas rompiendo las sinuosas líneas de la arenisca roja.

En este mágico lugar Hollywood ha filmado muchas películas, a la fecha quizá varias decenas, o se ha tomado como fondo para algún filme, tenemos la seguridad que la más recordada es la famosa ‘Indiana Jones y la última cruzada’ que se estrenó en 1989, pero 27 años después resulta aún difícil sustraerse a su localización más famosa: Petra. Aunque la película se rodó, además de Jordania en España, Italia, Inglaterra y Estados Unidos, la imagen del tesoro al final del desfiladero constituye uno de los ejemplos de la magia visual de Steven Spielberg y el mejor reclamo turístico de la ciudad de los nabateos. El resto de la escena, el recorrido por las galerías en busca del Santo Grial, se filmó en estudios, pero eso ya no importa. La entrada a caballo por el Siq ha acabado siendo prohibida para evitar que el polvo que se levanta dañe los monumentos y hoy los vendedores de postales y los de atrezzo invitan al visitante a sentirse como Harrison Ford, pero sólo durante doscientos metros antes de la incursión en la ciudad.

Petra (en árabe, البتراء al-Batrā´) es un importante enclave arqueológico en Jordania, y la capital del antiguo reino nabateo. El nombre de Petra proviene del griego πέτρα que significa piedra, y su nombre es perfectamente idóneo; no se trata de una ciudad construida con piedra sino, literalmente, excavada y esculpida en la piedra.

La Voz del Árabe (LVÁ) – TURISMO – Cd. de México, abril 29 del 2016

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